Los pintores fueron, durante mucho
tiempo, la fuente más fiable para conocer las modas de la época. En
este caso, David fue el que con más divulgación llegó a
representar el estilo imperio, que actualmente en ocasiones salpica
la pasarela en su versión más sofisticada.
Quizás haya sido éste uno de los
primeros estilos retro, es decir, proyectado tras una inspiración en
el pasado. La llegada del estilo imperio rompió con una estética
del exceso y del rococó, presentando la máxima sencillez. Sin
embargo, esta vuelta al pasado no tenía por qué ser literal. De
hecho se actualizaron elementos de los que no se hubiera podido
disponer en la Antigua Grecia como las costuras, la seda o la
variedad de colores. En esta vuelta al pasado se incluyeron sombreros
con cintas de seda y flores artificiales.
Ahora, si diez años antes de
producirse este giro en el mundo de la moda lo que se llevaba eran
pomposos vestidos con pliegues, volantes y crinolinas para dar
volumen, así como pelucas blancas, el exceso de maquillaje ¿cómo
se llegó a un estilo tan distinto? Pues bien, como en casitodos los
casos ocurre, los hechos históricos fueron los principales causantes
del cambio.
En 1973, tras la ejecución de María
Antonieta, apareció la etapa de El Terror en Francia, en la que se
producieron miles de ejecuciones y que acabó con el guillotinamiento
del propio Robespierre.
Tras esta etapa, Napoleón comenzó a tener más dominio sobre el el
país y acabó con el Directorio proclamándose emperador pocos años
después.
El resulatado de tanta inestabilidad
política fue el fin de los estilos recargados de la época. A cambio
llegó este gusto por lo neoclásico manifestándose en varios campos
(arquitectura, decoración, ropa...), pues los franceses se sentían
como los antiguos griegos, y eso trajo consigo el deseo de usar una
indumentaria sencilla.
Como todo cambio, no fue un éxito absoluto. A la gente que se sentía cómoda con el antiguo estilo no le hizo mucha gracia que la moda se modificara de esa manera, y sin embargo no les quedó otra que unirse al cambio, pues estaba la amenaza de la guillotina, y el aparentar demasiado “noble” podía ser traducido como simpatizante de la realeza y por tanto oponente de la nueva Francia.
Como todo cambio, no fue un éxito absoluto. A la gente que se sentía cómoda con el antiguo estilo no le hizo mucha gracia que la moda se modificara de esa manera, y sin embargo no les quedó otra que unirse al cambio, pues estaba la amenaza de la guillotina, y el aparentar demasiado “noble” podía ser traducido como simpatizante de la realeza y por tanto oponente de la nueva Francia.
Por otro lado. En cuanto a la ropa
masculina, se olvidó del exceso de adorno y se miliarizó,
quedándose la sobriedad como su protagonista hasta la actualidad.
Pero, como muchas cosas en esta vida,
así de rápido como vino, también se marchó. Tras pasar veinte
años del inicio de este estilo, éste se perdió siendo para algunos
una vergüenza que preferían no recordar.
A pesar de esto, volvió a estar de
moda en la primera década del siglo XX ( pero tan sólo manteniendo
la esencia, pues fue conjugado con los incómodos corsés de esa
época), a finales de los sesenta y a mediados de los noventa, y cómo
no, a partir del 2000, años en los que más que nombrar qué se
lleva, podríamos acabar antes mencionando lo que no se lleva, pues
salvo llamativas excepciones, podríamos decir que todo vale, y
muestra de ello son algunas de las pasadas colecciones de Dior o
Dolce & Gabbana así como la seña de identidad de algunos
grandes de la moda como Elie Saab o Calvin Klein.
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