sábado, 5 de mayo de 2012

LA MIRADA SERENA


Esta pasada Semana Santa se inauguró una exposición sobre la fotografía de Steve McCurry organizada por una caja de ahorros en Tenerife. Aprovechando que estaba en casa no tardé en ir a visitarla. Hacía tiempo que no disfrutaba tanto de la obra de un único artista. Él además de regalarnos imágenes espectaculares, nos hace reflexionar sobre la situción de muchas personas y sociedades ajenas a la nuestra.





















“Paso mucho tiempo observando el rostro de la gente y tengo la impresión de que todos ellos me cuentan una historia. Cuando un rostro lleva impresas las huellas de la experiencia de la vida, sé que la fotografía que voy a realizar representa mucho más que lo que veo en ese momento. Sé que allí hay una historia”




Una de las imágenes que me más me impactó fue la de una niña con un velo verde en Peshawar, Pakistán tomada en el 2002. Lo primero que me vino a la cabeza cuando la vi fue la fotografía de la chica afgana del 84 que lo consagró y de la que también se habla en este blog. Sin embargo, el retrato nada tiene que ver con el primero, pues para empezar, hablamos de personas distintas. La situación sin embargo es bastante semejante: Las dos niñas habían escapado de la guerra en el momento en que el fotógrafo capturó sendas instantáneas. Como se decía en la otra entrada, la expresión de terror en la mirada de la primera imagen resulta muy legible, el terror de una vida huyendo de condiciones precarias había hecho mella en la niña y la imagen da fe de ello. No obstante, y esto es lo más asombroso de todo, la niña de Peshawar transmite una paz a través de los ojos que la hace digna de admiración. Resulta sobrecogedor la fuerza mental que debe de tener para transmitir esa quietud, esa serenidad en unas circunstancias como la suya.








 









Esto me hizo pensar mucho, hasta que una de las clases de monografías convergió en un punto de dichos pensamientos. Habíamos estado hablando sobre las diferentes maneras de interpretar La Piedad. Otra vez estamos ante un hecho concreto: la muerte de un hijo. Por un lado los artistas españoles le asignaban a la Vírgen María un rostro de dolor, reacción muy humana, bastante lógica en la situación representada, y por otro, el arte italiano lo hacía de una manera que no se entendía tan bien: el rostro de la Madre que sujeta a su Hijo muerto sin mostrar señas de estar viviendo un calvario quedan traducidas a un profundo sentimiento de la religiosidad y a una plena confianza en Dios. Y ahí fue donde encontré la relación: Lo que la niña nos transmite es esa seguridad que experimentan los que tienen fe, y para afirmar esto no es necesario creer.