jueves, 1 de diciembre de 2011

EL ARTE DE PERTENECER A UN PAÍS: DEL ORGULLO FRANCÉS AL SUEÑO AMERICANO


El hecho de que un artista nazca en un país o en otro marca enormemente la condición en que éste represente o deje de representar a su país: Piranesi no firmaba como arquitecto veneciano en vano, del mismo modo que Miguel Ángel nunca dejó de sentirse plenamente romano. William Turner siempre fue londinense; Sorolla, español. Precisamente por haber nacido en uno u otro lugar el artista se confirma como propio de esa tierra a través de la crítica, para bien o para mal, de su propia patria, su propio país y su propia sociedad.






Francia, país con unas costumbres, un carácter y unos ideales que sus ciudadanos defenderán hasta la muerte. Los autores franceses, como les corresponde, defenderán en su mayoría la grandeza de un país que lucha por sus causas y, de hecho, así ocurre con este cuadro de Delacroix, “La libertad guiando al pueblo”. En torno a la figura femenina de la Libertad gira una representación de las diferentes clases unidas por una única causa. Se puede ver a un burgués con su sombrero de copa empuñando el fusil al lado de un herido que pide clemencia a Francia. A los pies de la Libertad un moribundo la mira fijamente indicándonos que ha valido la pena morir por ella. Se refleja, en resumen, ese sentimiento con el que se identifican los franceses y que han mantenido hasta hoy en día (se podría ver un paralelismo con las revueltas de 2005 o las del año pasado).






Esta exposición, que ha ido mostrándose por distintas ciudades de España, está formada por catorce paneles de gran tamaño, que fueron encargados en 1911 a Sorolla por el hispanista norteamericano Milton Huntington, para decorar una de las salas de la Hispanic Society, que fundó a principios del siglo XX con el objetivo de dar a conocer la cultura española en los Estados Unidos. Se trata no sólo de la obra más importante de Sorolla, sino también de uno de los más importantes conjuntos pictóricos de todo el siglo XX. En dichos cuadros Sorolla pretende remarcar la cultura española con una especial preocupación por la tradición de los distintos pueblos.





Otra manifestación del arte de una patria, esta vez en forma de crítica de lo que años más tarde sería el conocido sueño americano: Edward Hopper, pintor neoyorkino del siglo XX conocido por sus retratos de la soledad en la vida estadounidense contemporánea. En un primer momento se relacionó con la denominada American Scene, un grupo heterogéneo de artistas que compartían un mismo interés por los temas propios de América, dato que ya da ciertas pistas sobre las inquietudes de este artista.

Su personalidad taciturna y sus formas austeras tuvieron un fuerte reflejo en su obra. El concepto aplicado a su pintura, American scene painting, refleja a la perfección su mundo: con una representación simplificada pero precisa de la realidad, lo que pintaba era un mundo sin salida, donde sus habitantes estaban atrapados en un entorno de soledad. Todos sus cuadros parecen encerrarse en una impotencia tranquila, resignada, que fluye desde el rostro de las figuras solitarias y se disemina por las escenas urbanas.






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