domingo, 20 de noviembre de 2011

Banksy con los indignados de Londres

Una vez más, se reúne gente con el propósito de hacer una queja social, ocupando un punto estratégico en la ciudad, como se vió por ejemplo en Madrid, en la puerta del sol el pasado Mayo. Esta vez ocurren los hechos en Londres, a los pies de la iglesia St Paul.
El ayuntamiento espera con ganas el día de su desalojo, ya que son un estorbo en la ciudad y también para la iglesia, que ha tenido que cerrar y son grandes ya sus pérdidas.

Pero esta congregación cuenta ahora con el apoyo del conocido artista anónimo Banksy, quien dejó una escultura de sátira del monopoly.



Rich Uncle Pennybags, el señor del monopoly, aparece en esta escultura arruinado, pidiendo limosna con su sombrero cual vagabundo,  sus bigotes caídos, y sin fortuna y sin perro si quiera.
Esta escultura tiene más reseñas que citar.
- La casa roja, que pone Tox, hace referencia a las hipotecas toxicas, aunque también puede guardar relación con el graffitero con ese mismo nombre, Tox, que actualmente está en la cárcel.
- Las fichas, en las que solo aparecen un coche deportivo y una bota. El coche representa el estilo de vida de los financieros, y la bota, según un artículo, lo que suponen que banksy haría a los banqueros…. Todo es símbolo de recesión.

Esta obra, valorada en 460.000 euros, pretende frenar el desalojo y reclamar a los turistas, apoyando a la protesta contra la avaricia corporativa y la corrupción. “capitalismo es crisis”

Han visto este gesto como un acto de maldad, ya que con esto pretende volver a recordarnos las raíces del juego: mercado, codicia monopolista, quiebra de los rivales…

1 comentario:

  1. Este artista quiere, en ese momento crítico de la sociedad, apoyar esa indignación de los que se están manifestando. Es quizás la manera más evidente de plasmar lo que los demás también quieren denunciar.
    La crítica al culto del dinero es algo que siempre ha estado presente en todas las críticas de todos los tiempos. Lo relevante es que siempre ha ido de la mano de expresiones de lo más frívolo y derrochador. Es así como a la par que un pintor como Goya publica grabados en los que critica los excesos de la sociedad en los monjes, por ejemplo, retrata a la vez, en su máxima opulencia, a los reyes y reinas de la monarquía del momento.
    En la actualidad el fenómeno se repite, o mejor, continúa, en las revistas semanales. Al lado de un reportaje sobre el hambre en África aparecen unas propuestas de viaje a destinos paradisíacos o una sesión de fotos de la casa del multimillonario que parece representar la primera y última aspiración de todos los lectores.
    Criticar el exceso y aspirar al lujo van, inevitablemente, unidos de la mano. El que, muchas veces, pretende criticar los derroches del pudiente, sueña al momento con ostentar la mayor de las fortunas.
    Cristina Pérez

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